Solidaridad
consciente es un concepto que urge comprender, ya que por educación pública o
por tradicionales prejuicios los seres humanos actúan de manera tan mecánica
que en muchas ocasiones podemos encontrarnos haciendo lo contrario a lo que
pensamos, y esto sin reparar en el daño real que podemos provocar a nuestros
similares.
La solidaridad
es quizás uno de los sentimientos-acciones (si no están unidos no sirven) más
puros, más antiguos, más primitivos, del humano social; es lo que en definitiva
ha logrado que nuestra raza se mantenga a la cabeza de la cadena alimenticia, y
al mismo tiempo puede ser el otro filo de la navaja, que poco a poco está
cercenando los tendones del mismo cuerpo social que hasta la fecha nos ha
mantenido en movimiento.
La humanidad en
un afán solidario ha realizado tareas tan disparatadas, que van de lo loable, a
lo más reprobable. Haciendo que a las luces del recuerdo y la historia seamos a
veces seres que pueden brillar y por sus capacidades ser recordados, o en otras
(quizás más) ocasiones seamos merecedores del olvido, del reprobo total.
SOLIDARIDAD:
Sentimiento que impele a los hombres a prestarse una ayuda mutua// Dependencia
mutua entre los hombres que hace que no puedan ser felices unos si no lo son
los demás. (Dittcionario Pequeño Larousse Ilustrado)
Y con esta idea
ha evolucionado la humanidad, convencida de que todo lo que hace es en pro del
bienestar común; aunque la historia (que ha sido por comodidad modificada) nos
permite ver claramente la verdad. Recordemos que la historia es escrita por los
vencedores, y no olvidemos que aunque a manera de chisme la verdad siempre terminará
por filtrarse entre la aglomeración de letras.
A cada trabajo encaminado
hacia el bien común, siempre le ha acompañado una intención que podríamos
llamar “mercadológica”, que lo que vende es la idea de quién es ese al que
deberíamos seguir. Y como antiguas muestras podemos ver la gregariedad del
hombre de las cavernas que a través de la oferta de beneficios pierde parte de
su capacidad motora, y deja de ser un cazador solitario y nómada para pasar a
formar parte de los primeros grupos sociales a cambio de estar cerca de quien
tiene fuego, elemento descubierto pero no controlado que en breve se convierte (por
error quizás) de herramienta en arma de destrucción que termina en primera
instancia con aquellos atraídos por la seguridad que ofrece.
Tristemente, hay
cosas que no evolucionan. Ese aspecto del ser humano claramente es una de
ellas. A la fecha sigue sin poder encontrar su equilibrio y mantiene las
capacidades de:
1.- Sacrificar
libertad por seguridad
O
2.- Sacrificar
seguridad por libertad.
En fin que en
esta tierra de rebaños y pastores, seguimos siendo manipulados para actuar de
tal o cual manera, siempre sin derecho a la reflexión, so pena de ser
señalados, descalificados. Y esto como vimos, nos deja libres de pensar, pero
con la aterradora sensación de inseguridad que acompaña a la separación del
grupo (jajaja, como si en verdad eso fuera posible).
Alguna vez los
primeros descubrimientos, después las religiones, más adelante los liderazgos
de poder que evolucionaron a convertirse en liderazgos políticos. Y hoy?
Hoy tenemos
miles de religiones distintas, miles de corrientes ideológicas cargadas de
miles de reglas a seguir si es que se quiere pertenecer, modas y nuevas
tecnologías… Podríamos poner las dos escenas en cartones humorísticos, y quizás
la diferencia obvia sería el color del aire, pero acaso hay otra?
La solidaridad continúa
siendo parte de la maquinaria social, en el área de lo moral, y sigue estando
encaminada a controlar por medio de los sentimientos, principalmente de las
culpas.
En el mundo
entero se viven situaciones polarizadas, que llevan a dar más razones de
existencia al método de la solidaridad controladora, ya que es más cómodo
obedecer y seguir las rutas trazadas, que salir de la vieja vereda y encontrar
otros caminos, nuevos que compartidos seguramente ayudarán realmente a los
demás, y esto último es lo que podríamos llamar solidaridad-consciente.
La solidaridad
consciente, sería aquella en la que ayudemos no sólo para sentirnos bien; si no
una en la que ayudemos realmente, que nos permita crecer mientras ofrecemos
nuestro apoyo, y que nos dé la oportunidad de notar la diferencia que se
pretende hacer.
Salir a las
calles a repartir monedas, a veces comida es una acción que cuando no tiene un
beneficio casi nulo, termina por ser un mal para quien lo recibe. Ya que muchas
veces quien se auto impone la miseria, ve como única oportunidad de
supervivencia actividades como la mendicidad y la criminalidad. Pues parte de
la educación le ha dictado que así es como debe ser, mientras que otra parte
dice que esto es por culpa de los demás; y las muestras solidarias o de
desventaja respaldan esas ideas.
¿Quién se detiene
a decir lo contrario, a demostrar que no debe ser así?
Si queremos
ayudar, nosotros mismos debemos quitarnos el velo de los ojos, siendo capaces así
de comprender los orígenes de esas situaciones, y siendo conscientes del
trabajo que implica realmente ayudar. Y no sólo en lo local debe ser así, ya
que lo mismo aplica a situaciones internacionales (que regularmente están fuera
de nuestras manos y sólo sirven para engrandecer a unos cuantos listillos) que
después de pasar por filtros mediáticos nos rompen el corazón, llenándonos de
culpa y haciéndonos sentir obligados a apoyar de alguna manera, aún si esto
implica pasar por encima de situaciones tan locales como las que puede haber
incluso dentro de nuestros hogares.
Definitivamente
es de humanos apoyarse, y eso es lo que nos hace gregarios; pero también es muy
cierto que si no comenzamos por estar bien, evolucionando esta especie de
cadena a partir del individuo, siempre tendremos acciones solidarias que serán vacías,
inútiles, y totalmente hipócritas.
Bien dice el dicho
“El buen juez por su casa empieza”
No debemos
voltear, buscando en la lejanía a quien necesita nuestra ayuda; no sin antes
observar a nuestros compañeros más cercanos para saber sus necesidades y
contarles las nuestras. Después como una mancha de aceite sobre el agua
podremos ir creciendo, y aunque jamás sabremos hasta dónde llegará ese primer
esfuerzo, tendremos la certeza de que de inicio funcionó.