BASTA ESTIRAR UN BRAZO, ECHAR UN
VISTAZO…
La experiencia de la libertad está al
alcance de nuestras manos, no hay que perseguirla como siempre nos han dicho,
incluso, no necesitamos luchar por ella ya que cómo hemos venido viendo, la
libertad se encuentra en la naturaleza, en nuestra naturaleza; en nosotros mismos.
Y es por eso que nos han enseñado a temerle. Creadores de dogmas por doquier
repiten patrones encaminados a poner antinaturales límites a la libertad,
diseñados para dosificar el camino, el espacio, los sentimientos, los sueños; y
por supuesto la consciencia del individuo por su individualidad.
Estos lineamientos son un constante estrés
que indican a la masa lo fácil que es vivir en cómodos moldes de personalidad, volviéndonos
especiales, únicos como muchos millones de otros tan únicos como uno. El que
sabe seguir al líder es bueno, el que agacha la mirada es mejor.
Y qué pasa con el espíritu? Acaso hay
algo realmente capaz de aplanar ideales? Es verdad que existen sueños plásticos
cuasi-industrializados? Y de todo esto ser así; en verdad todos están dispuestos
a dejar la vida en el mullido ataúd de la aceptación social?
La tristeza puede embargar a más de
un@ al enfrentar el repentino análisis, pues el que se toma la molestia de
realizarlo, se convierte por obligación en despreciable.
Y mientras el mundo gira, quizás sería
necesario que los despreciables tuvieran más allá de la capacidad analítica, también
la capacidad de complementar sus individualidades, y hasta de organizarse para
de manera ordenada compartirlas, arrancando de su letargo a otros despreciables
que por miedo a la soledad (principalmente) se han dejado llevar por el empuje
de la marea social.
Equilibrio:
Cada organismo vivo es único, y tiene
una tarea específica en el universo. Cada tarea tiene la capacidad de modificar
al resto del universo. Y el universo como lo conocemos sólo existe porque cada
organismo ha realizado una tarea específica que le ha modificado.
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