martes, 7 de abril de 2015

BASTA ESTIRAR UN BRAZO, ECHAR UN VISTAZO…

La experiencia de la libertad está al alcance de nuestras manos, no hay que perseguirla como siempre nos han dicho, incluso, no necesitamos luchar por ella ya que cómo hemos venido viendo, la libertad se encuentra en la naturaleza, en nuestra naturaleza; en nosotros mismos. Y es por eso que nos han enseñado a temerle. Creadores de dogmas por doquier repiten patrones encaminados a poner antinaturales límites a la libertad, diseñados para dosificar el camino, el espacio, los sentimientos, los sueños; y por supuesto la consciencia del individuo por su individualidad.
Estos lineamientos son un constante estrés que indican a la masa lo fácil que es vivir en cómodos moldes de personalidad, volviéndonos especiales, únicos como muchos millones de otros tan únicos como uno. El que sabe seguir al líder es bueno, el que agacha la mirada es mejor.

Y qué pasa con el espíritu? Acaso hay algo realmente capaz de aplanar ideales? Es verdad que existen sueños plásticos cuasi-industrializados? Y de todo esto ser así; en verdad todos están dispuestos a dejar la vida en el mullido ataúd de la aceptación social?

La tristeza puede embargar a más de un@ al enfrentar el repentino análisis, pues el que se toma la molestia de realizarlo, se convierte por obligación en despreciable.

Y mientras el mundo gira, quizás sería necesario que los despreciables tuvieran más allá de la capacidad analítica, también la capacidad de complementar sus individualidades, y hasta de organizarse para de manera ordenada compartirlas, arrancando de su letargo a otros despreciables que por miedo a la soledad (principalmente) se han dejado llevar por el empuje de la marea social.

Equilibrio:

Cada organismo vivo es único, y tiene una tarea específica en el universo. Cada tarea tiene la capacidad de modificar al resto del universo. Y el universo como lo conocemos sólo existe porque cada organismo ha realizado una tarea específica que le ha modificado.


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