lunes, 14 de diciembre de 2015

Los tuyos, los mìos, los nuestros...

No está mal pertenecer, de hecho, nuestra naturaleza gregaria nos hace tener esa cosquilla eterna por la aceptación, y en algunos casos esto nos lleva a ser arrastrados por dogmas que en el peor de los casos nos hacen arrastrar la frustración de no haber sido.

DOGMA: Punto esencial de una religión, una doctrina o un sistema de pensamiento que se tiene por cierto y que no puede ponerse en duda dentro de su sistema.

Pero que sucede cuando chocan los dogmas entre sí? Cuando a quienes los impulsan les parece no sólo fácil, sino incluso “justo” imponer su visión del mundo.
El dogmatismo es quizás la filosofía más común de la sociedad actual, y prácticamente no ha existido algún tipo de fanatismo (ideología, religión, afiliación política, y hasta los cochinos deportes del mainstream) que no haya llevado al pisoteo formal de las libertades ajenas, a la imposición de un diseño de bienestar.
Así, es fácil salir a la calle y ser conscientes de que en cualquier momento al grito de “Tolerancia y/o revolución!!!!” podemos ser embestidos por verdaderas turbas de imbéciles aleccionados, de excelente memoria y nula capacidad  de raciocinio, que de manera sumaria decidirán si pasan por encima, o por lo menos de manera simbólica nos empalan.
Ah, pero y si alguien logra detenerlos, no habrá más trámite que volverse mártir, y convertir a los contrarios en seres terribles portadores del corazón opresor.

Y al amanecer, los buenos vecinos se desearán otro buen día (mientras maldicen y esperan el momento justo para dejar una bolsa de basura en la puerta del hipócrita).

“El miedo como herramienta, bandera, moneda y religión… “

Angel Edgar Damian Peñaloza

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